La canción Hijo de la luna fue interpretada por el grupo Mecano por
primera vez en 1986. Está tuvo gran éxito en numerosos países lo que se
explica porque el tema remite a una tradición universal (el sacrificio
de un niño (Isaac, Ifigenia) y al mismo tiempo a una tradición muy
hispánica (el tema de los Gitanos y aquí más precisamente de la luna
robadora de niños).
Como lo vemos en el verso inicial, debemos subrayar que este poema se
presenta como una leyenda como podemos ver con el verso inicial “Tonto
el que no entienda”, donde el narrador se dirige a un público ficticio,
que es al mismo tiempo el público de la canción-historia.
En el segundo verso, el narrador nos dice literalmente que la canción “cuenta una leyenda”.
Lo que cuenta esta leyenda es un pacto entre una gitana y la luna: la mujer pide un marido y la luna quiere su primer hijo en cambio. La mujer acepta así sacrificar a su hijo “inmola” para que ambas puedan escapar de la soledad. El problema es que el hijo nace albino, como la luna que, debido al pacto, es su madre. Por eso, el gitano piensa que es hijo de otro (“de un payo”) y entonces decide matar a su mujer y abandonar al hijo. El final es propio de una leyenda: relaciona un fenómeno presente, habitual con la historia (aquí se explica las fases lunares): la luna llena marca la alegría del niño y el cuarto menguante es una imagen de la cuna. El lenguaje del texto está marcado por su carácter oral y de leyenda; encontramos un vocabulario coloquial (“tonto”, “se hizo al monte”, “esté de buenas”) y, en estilo directo, del gitano: “maldita su estampa”, “engañao”, “fijo”.
En el segundo verso, el narrador nos dice literalmente que la canción “cuenta una leyenda”.
Lo que cuenta esta leyenda es un pacto entre una gitana y la luna: la mujer pide un marido y la luna quiere su primer hijo en cambio. La mujer acepta así sacrificar a su hijo “inmola” para que ambas puedan escapar de la soledad. El problema es que el hijo nace albino, como la luna que, debido al pacto, es su madre. Por eso, el gitano piensa que es hijo de otro (“de un payo”) y entonces decide matar a su mujer y abandonar al hijo. El final es propio de una leyenda: relaciona un fenómeno presente, habitual con la historia (aquí se explica las fases lunares): la luna llena marca la alegría del niño y el cuarto menguante es una imagen de la cuna. El lenguaje del texto está marcado por su carácter oral y de leyenda; encontramos un vocabulario coloquial (“tonto”, “se hizo al monte”, “esté de buenas”) y, en estilo directo, del gitano: “maldita su estampa”, “engañao”, “fijo”.
Este texto utiliza el tema típico de las leyendas gitanas, como lo
utilizado por Federico García Lorca en el Romance de la luna,
precisamente, la luna está relacionada con un hijo muerto. Es
interesante la figura de la luna ya que refleja también la costumbre y
tradición dentro del folclor popular del pueblo gitano, es decir la
adoración y veneración mística a la Luna caracterizada aquí como deidad
pagana que la mujer la “conjura”, lo que es una forma de brujería. Las
leyendas andaluzas cuentan que este astro es una especie de diosa de la
fertilidad, debido a la relación entre los ciclos lunares y menstruales.
Ella es mágica: tiene el poder de darle un marido.
Pero al mismo tiempo, la luna nos aparece como una divinidad cruel. Muy a menudo las leyendas se acaban con un destino fatal como se nota en Hijo de la luna: la gitana fue matada por su marido. Esto está directamente relacionado con la moraleja de la historia: la mujer muere castigada por la luna, que causa la catástrofe. La luna, que representa la fertilidad, castiga a la gitana por preferir el amor carnal (“desposar un calé”) al amor maternal (“poco le iba a querer”).
Pero al mismo tiempo, la luna nos aparece como una divinidad cruel. Muy a menudo las leyendas se acaban con un destino fatal como se nota en Hijo de la luna: la gitana fue matada por su marido. Esto está directamente relacionado con la moraleja de la historia: la mujer muere castigada por la luna, que causa la catástrofe. La luna, que representa la fertilidad, castiga a la gitana por preferir el amor carnal (“desposar un calé”) al amor maternal (“poco le iba a querer”).
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